miércoles, 27 de enero de 2010

We Were Fated To Pretend.

MGMT ha inmortalizado este momento con "Time To Pretend", que parece cobrar nuevo sentido tras ver 'El Solista', o más que nada, después de rodearme de la gente que en una mínima sala de aquel centro comercial que difícilmente frecuento porque sé que soy demasiado quisquillosa como para aceptar la existencia de muchos de ellos.

Tengo veinte años y este año seré finalmente mayor de edad a nivel mundial y en retrospectiva me gustan muchas de las cosas que he hecho, pero no considero todas memorables. A todos los que buscamos algo más que el pasar físico de los días, terminamos por cansarnos del espacio y el tiempo que ocupamos, sentimos que terminamos por ahogarnos en ese absoluta mediocridad que parece perseguirnos. Y tal vez sea yo que me creo demasiado selectiva con la gente, pero si ellos pueden meterse sin preguntar a mi vida directa o indirectamente, yo creo tener el derecho de sacarlos del medio cuando me aburra de cargar con el conocimiento de su existencia porque yo no los he elegido. Son meramente intrusos.

Hay amigos de mis amigos que no me agradan, por suerte no son muchos, pero los hay al igual que desconocidos que son parte de mi entorno y que me desagradan por igual, menos o más. Supongo que todos debemos cargar alguna vez con estos seres indeseados que por medio de la Ley De Murphy nos acosan cuando creemos que el día no podría ser más provechoso, pero como con todo hay un punto de quiebre en el que ya no los soportamos. Puede ser por vanidad, egocentrismo, adorable narcisismo, falta de paciencia o que terminaron por hartarnos; lo que fuese seguramente tiene un nombre científico y es tratable hasta llegar a la comúnmente aceptada mediocridad y el adoradísimo conformismo.

Pese a las buenas cosas que sucedan, a la sucesión de eventos excitantes (como el DVD doble que sacará Blur, o el concierto de Franz Ferdinand en la que le tiraré a Alex Kapranos un Cuarto de Libra o una Big Mac) y a las personas que puedan sí agradarme, no dejo de creer que todo parece ser más compacto. En el límite del absurdo quiero una MAC en vez de una PC sólo por no aburrirme con el buscaminas, o alguna cosa similar. En algún momento empezamos a ser imparciales unos con otros, a no criticar y a creer en el facilismo de las masas, a tener por personas cercanas a quienes supuestamente despreciamos en voz alta, a asumir como será el resto de nuestra vida, a conformarnos con que sea lo suficiente como para cumplir el 10% de nuestros ideales, a pretender que encajamos en un lugar en el que nadie encaja a menos que se re-moldee como una triste masa de cerámica al frío, a aferrarnos a lo que tenemos porque le tenemos tanto miedo a dejarlo atrás que nunca seremos más que eso.

Tampoco es llegar a extremos literales como Bon Scott (AC/DC)y ahogarnos con el vómito, pero al menos intentar cosas que puedan producirlo (no tal literal, por Vishnú) y no dejarlas por miedo a que así suceda. Finalmente todo dejará de ser lo que es por la eterna falta de continuidad; quizá mañana nuestro perro escape, nuestros amigos hayan cambiado tanto que no los reconozcamos, nuestros padres necesiten su espacio, nuestro estudio o trabajo sea irrelevante, colapsemos ante la neurosis, Graham Coxon se case con alguien que no-sea-yo, o alguna otra cosa de aquellas para terminar por desestabilizarnos. A menos que la confianza se gane de forma excepcional, no creo que otra cosa sea tan imperiosamente necesaria, finalmente estamos destinados a fingir.

Como no podemos engañarnos a nosotros mismos quedan un par de cosas por decidir, unas más duras que otras pero que nos dejarán fingiendo o (finalmente) iniciando algo realmente nuestro, sin expectativas de otros cumplidas. Ya si nos gusta la mediocridad y esas son nuestras expectativas, uno siempre puede voltear la cara para no ver semejante cosa. Por odiosa y pesada, no soporto ver a alguien con potencial cerca de gente que no lo tiene o haciendo cosas tan propias de aquellos; como le dije a un amigo el otro día acerca de un ente que impresionantemente se hizo como "importante" para alguien que no sé qué le vio, "ni siquiera tiene personalidad para justificar su vaga e infectante existencia". Suena duro, pero si no tiene la personalidad necesaria para lograr algo más con su vida o al menos saber que lo quiere, dudo que sea justificable. Tal vez lo sea para hacer que nos sintamos mejor con nosotros mismos, aunque no veo para qué alguien con autoestima necesite algo así.


P.D.:El jueves pasado me hice un tatuaje, aquí les dejo la imágen de cómo se ve hoy aunque falta un poco para ver el resultado final.

viernes, 1 de enero de 2010

On/Off.

Como diría Annie Lenox, "Everybody is Looking for Something". Todos lo hacemos, y todos alguna vez lo hemos hecho del modo más estúpido que existe. ¿Pero qué pasa cuando no somos nosotros, si no alguien más el que está buscando algo y nos cansamos de esperar a que se de cuenta de las consecuencias de esto? ¿Ser incondicional implica ser un receptor pasivo de los trastos rotos de quien se encuentra confundido o en cambios eternos de on/off?

Hay cambios constantes en nosotros, pero la esencia se mantiene pues es la marca personal de cada cual. Quizá sea eso lo que hace que algunas veces soportemos las cosas mucho más de lo que normalmente lo haríamos por el simple hecho de considerar que no somos niñeras, pacientes, guardianes o la metáfora que encaje. Si bien esperamos muchas veces cosas de la gente por esa esencia que creemos conocer, hay límites que por mucho que uno extienda se terminan por romper. Exageración o no, a veces logramos idealizar a las personas que por equis o ye motivos se escuentran en nuestras vidas y con las que hemos compartido algo, pero si aquel balance de respeto (y no sólo ese de no insultar, golpear o humillar; si no ese de respetar el hecho de que no poseemos un switch para manejar según nuestra conveniencia) se quiebra se llega a la pregunta eterna de si es valedero el pasarlo por alto. ¿Y si no es la primera vez? ¿Qué pasa si es la enésima vez y sabemos que se repetirá? ¿Vale acaso la pena seguir cediendo a pesar de aquella voz que grita por su dignidad perdida en un juego sin reglas en el que sólo te atienes a las consecuencias?

No. No lo vale. Aquí hay varios caminos a seguir, entre los que resaltan tres. El primero es seguir así esperando que la otra persona recupere la cordura y aprenda que no sólo importa su santa voluntad: la segunda es largarse de una vez por toda y hacer algo más provechoso que esperar un milagro que ni siquiera se avecina; y la tercera sería quedarse, pero bajo la peor de las condiciones existentes en una relación interpersonal, la indiferencia.

No hablo necesariamente de relaciones de pareja, simplemente una relación interpersonal cualquiera.

Si decidimos no ser extremistas y nos vamos al punto medio, es difícil que el dueño del on/off lo note, pero eventualmente uno terminará por cansarse de que crea que tiene el control. La indiferencia surge cuando mr/mrs. switch lo apaga y te termina dando igual, porque dices ¿para qué preocuparme de otro arranque si sea lo que sea terminará haciendo lo que le venga en gana sin importarle alguna otra cosa? Y no, no digo que uno no deba hacer lo que quiere, pero vamos, difícilmente no notamos que como en todo lo que nos acontece, nuestras acciones tienen una reacción de parte de el resto y es porque les afecta por igual. Tal vez si seguimos con ese juego la gente que vale a nuestro alrededor se canse y nos deje en nuestro abismo de confusión (que para mi es eso lo que inspira semejante actitud), tal vez nuestro Karma no nos deje en paz por haber llegado a tal grado de narcisismo, o simplemente no lo notemos por no tener suficiente materia gris; pero sea cual sea el caso nadie puede acercarse demasiado a la gente con ese tipo de actitud, las relaciones son imposibles de formar y las ya formadas se van degradando a tal punto que el considerar un tipo de vínculo se hace nulo.

Hay personas como yo, que no confiamos mucho en la gente. Tal vez por herencia, miedo, egoísmo, reserva, o cual fuere la razón. Y hay gente que posiblemente nos pida que confiemos en ella, que si son parte de nuestra vida podemos confiar en ellas. ¿Y si es una persona on/off? Quizá nos preocupamos por su bienestar y no les decimos pues esperamos un milagro (miren nada más dónde se vuelve positivista uno) o resolución de su parte, ¿siendo un on/off nos ofenderemos ante esto? Si no lo notamos, tal vez. Pero en realidad, no creo que alguien con un mínimo de cordura pueda confiar plenamente en un on/off pues es impredecible cuándo se alejará o cuándo tendrá un arranque; está en su derecho de tener su espacio como todo mundo, pero más allá de eso hay razones extra por las cuales uno a vez deja esos aislamientos de lado. Entonces surge la pregunta de rigor, si uno termina por confiar en un on/off ¿qué tanto puede apoyar su vida en esa persona? ¿qué tanto puede depender (no del modo maniaco) del hecho de poder acostumbrarse a no cargar con sus cosas si no se sabe cuándo el otro ente decida que el día X es off? Personalmente, no creo que se pueda confiar mucho en esos casos. "Confiar", aunque no lo parezca, es una palabra fuerte; es de cierto modo poner al cuidado de otro alguien algo personal, según la RAE es "depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa". ¿Confiarnos nosotros y nuestra poca o mucha vulnerabilidad a alguien con esos antecedentes? Independientemente de si es una buena o mala persona, la respuesta que encuentro más lógica es un "no", si a veces apenas confiamos en nuestra buena voluntad y la capacidad de no sabotearnos, difícilmente en alguien así.

Siendo radical o no en estas opiniones, no dejo de creer que eventualmente eso recae en un quiebre total o parcial de lo que se tiene. Y con toda la buena voluntad que puedo reunir para los on/off del mundo, les deseo que no caigan en la mediocridad (que es casi siempre el camino off: fácil y superficial) y que si quiebran algo no sea de modo definitivo, después de todo algunos son bastante apreciadillos supongo. Aunque como todo, las marcas quedan.



Y para los ñoños que lo relacionen con algo más romantiquillo, aquí algo de los niños indie-pop, lo-fi, folk de "Elephant Parade". Esta es media (más que media) ñoña pero, tienen un sonido muy bueno.



Las demás cosas prometidas, luego, que no estoy tan cerca de mi base fundamental de música como para ponérselos. Ahora voy tarde, así que escuchen 7" y juegen Jenga.